La psicodelia, los años 60, Woodstock y los malos viajes son sinónimos de los hongos alucinógenos. La percepción general de esta sustancia está rodeada de tabú y misterio, pero no deja de ser un elemento sagrado en múltiples culturas, siendo primordial en ritos y ceremonias. Hoy, el enteógeno más antiguo del mundo, podría ser clave para solucionar distintos cuadros clínicos. Los hongos alucinógenos podrían ser una solución a la depresión.
El componente activo
La psilocibina, el componente activo de los hongos alucinógenos, es un alcaloide triptamínico que se encuentra en aproximadamente 200 especies de hongos alrededor del mundo. Sus consecuencias comienzan a presentarse entre 10 y 40 minutos desde la ingesta, y su duración varía entre 2 y 6 horas en total. La mayor parte de la psilocibina es metabolizada en el hígado.
Los efectos de la psilocibina son variados y dependen del estado mental y el escenario donde se encuentra el consumidor. En un principio los usuarios pueden experimentar náuseas y bostezos excesivos, siguiendo con un sentido distorsionado de la realidad, sinestesia y alteración de la percepción del tiempo.
Respecto a su toxicidad y dependencia, no existen registros de muertes por ingesta recreacional, y un estudio concluyente por las doctoras Chuan Yu-Chen, Carla L. Storr y el doctor James C. Anthony, reveló que en Estados Unidos entre 2000 y 2002, en un grupo de adolescentes de entre 11 y 17 años, no se incrementó el riesgo de drogodependencia en la adultez, independiente de la exposición prematura a la sustancia.
Cuadros depresivos
En periodos depresivos, el cerebro se estanca en patrones negativos y la conectividad se retiene. Empezamos a funcionar de manera cíclica, repitiendo actitudes perniciosas con uno mismo. La inmersión en un estado del que no podemos salir se vuelve redundante. Las terapias a veces funcionan, pero en realidad, nada suele tener resultados a corto plazo.
Y uno de los rápidos efectos del uso de hongos alucinógenos y otros psicoactivos, son conectividad y sinapsis en zonas cerebrales que normalmente no interactúan entre sí. Se logran entonces experiencias catárticas que nos hacen cuestionar las bases de nuestro pensar.
“Los resultados de diversas investigaciones clínicas con psilocibina, enmarcadas dentro de un contexto terapéutico, han arrojado resultados potencialmente beneficiosos para el tratamiento de diversos trastornos mentales como la depresión, la ansiedad y el consumo problemático de sustancias”, así lo confirma un estudio de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República en Uruguay.
Otros exámenes también han demostrado eficiencia en el uso de psilocibina como tratamiento para adicciones, ansiedad y trastorno obsesivo compulsivo. Un estudio de la Universidad John Hopkins demostró que un 80% de los usuarios expuestos a la droga pudieron dejar de fumar por los próximos 6 meses, generando resultados instantáneos. Resultados parecidos se obtuvieron con dietilamida de ácido lisérgico (LSD).
En las culturas antiguas
Varias culturas antiguas utilizaron lo que, probablemente, fueron hongos alucinógenos o sustancias con componentes parecidos para tener experiencias trascendentales, como el peyote o la ayahuasca.
En el mundo hindú, se conoce como Soma, un narcótico divino de la antigua India y considerado un dios por sí mismo. Los griegos, por otro lado, hablaban de la Ambrosía, que literalmente significa inmortalidad, siendo una comida, además, de los mismos dioses. Y en las culturas precolombinas sigue teniendo una influencia importante, parte de la idiosincrasia local hace milenios.
No podemos dejar de ver la importancia cultural que podrían haber tenido los viajes espirituales experimentados en civilizaciones de todo el mundo. Se conectaron mundos como la química orgánica y la teología, entendiéndose así lo racional con lo subjetivo, y lo tangible con lo espiritual, siendo hoy un tema que se encuentra relativamente prohibido en occidente.
Hacia el conocimiento de los hongos alucinógenos
Sería irresponsable de mi parte pensar que el uso de sustancias ilícitas sin control alguno estaría justificado. Pero lo sería también pensar que por ser una alternativa distinta a las tradicionales no deberíamos considerarla. Buscar solamente respuestas dentro del canon tradicional del mundo de la medicina es cerrar puertas con variadas posibilidades.
Los estudios llevados a cabo demuestran patrones positivos al momento de tratar la depresión, los problemas de salud mental y ciertas adicciones. Las conclusiones al respecto, si bien forman parte de un nicho médico, alientan a seguir con procesos investigativos que logren sanar uno de los mayores problemas de época, la salud mental.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define las drogas como “toda sustancia que, introducida en un organismo vivo, pueda modificar una o varias de sus funciones”. Básicamente, cualquier tipo de interacción con algún elemento que afecte nuestro sistema nervioso estaría en la definición. Los cambios de percepción, generados por ansiolíticos o antidepresivos afectan nuestro entendimiento de todas maneras, con la particular diferencia de haber sido aprobados de manera estandarizada.
Tener otras herramientas para trabajar nuestro bienestar, depende ahora de los avances realizados en las áreas de neurología y psiquiatría. Se deben empujar entonces los límites de la brújula moral y el espíritu de nuestro tiempo. El Centro Imperial para la Investigación Psicodélica del Imperial College London es pionero, pero aún queda mucho camino por recorrer. Los hongos alucinógenos podrian ser una solución plausible a la depresión.